martes, 26 de septiembre de 2017

¿SUEÑAN LOS INDEPES CON URNAS ELÉCTRICAS?

Hace apenas dos años hice una entrada en mi blog sobre la convocatoria de elecciones en Catalunya el 27Sdel2015, en donde entre otras cosas trataba de explicar mi relación personal con la identidad nacional. El resultado de aquellas elecciones son de sobra conocidas y JxSí fue la fuerza política más votada.





 
Fuente: ICPS. Elaboración propia.

 
Asumiendo el carácter pebliscitario que las fuerzas independentistas otorgaron al 27s los resultados mostraban una división en la sociedad catalana, que tanto representativamente como en número de votos, daban ganador@s a un@s y a otr@s de una forma que no proporcionaba ninguna fuerza de legitimidad. Al contrario, el arco parlamentario dibujó la ruptura de la sociedad catalana. 


Fuente: ICPS.Elaboración propia.


Como hemos llegado hasta aquí es de tod@s conocido, no es cuestión de ir dándole vueltas siempre a la misma cosa, por lo que intentaré resumirlo lo más brevemente posible.

Cuando se aprobó L’Estatut del 2006 el PP era un animal herido. Tras acontecimientos como la Guerra de Irak y el 11M quedó relegado a la oposición en el Estado español y denostado en Catalunya. El partido conservador necesitaba recuperar el poder, y no dudó en utilizar aquello que vino a llamarse “la crispación”, emanando más que nunca su tufillo franquista y adoptando posiciones muy agresivas y de confrontación.

Dos claros ejemplos fueron la actitud del PP ante una salida dialogada del conflicto vasco (negociación para que ETA dejara las armas) y ante L’Estatut de Catalunya, aprobado por el Parlament en Catalunya, pulido (por utilizar un eufemismo) en el Congreso de los Diputados y legitimado mediante referéndum por la sociedad Catalana.

La recogida de firmas por parte del PP y la posterior sentencia del Tribunal Constitucional, en Catalunya, se tomó como una afrenta y una humillación hacia sus intereses, especialmente entre las oligarquías políticas que habían tasado con ese precio a la pervivencia idílica que ambas élites (españolas y catalanas) habían mantenido históricamente.

Tampoco ha ayudado la posición de algunos medios de comunicación y generadores de opinión que han ido mandado mensajes catalanofóbicos durante años ridiculizando los anhelos independentistas. Recuerdo con estupor e indignación aquel “Pasión de Catalanes” donde el risueño Carlos Herrera satirizaba y ridiculizaba toda la problemática de Catalunya, señalando como llorones a los que protestaban por lo ocurrido con L’Estatut.

Medios de comunicación como la Cope, Onda Cero, Libertad Digital, Intereconomía, Radio.es, TVE, canales autonómicos controlados por el PP han servido de altavoz, incluso, para aquellos que pedían el boicot a los productos catalanes. Vergonzoso.

Que cada cual observe su parte de responsabilidad.

Ante un comportamiento tan necio para una sociedad en concreto, ¿no cabía esperar algun tipo de reacción? Claro que sí, genios.

Llegados a este punto una parte de la sociedad civil catalana toma cartas en el asunto. Un grupo catalanista, ilustrado, white collar y muy identificable. Éste está formado por progresistas y conservadores, marxistas y liberales, pero todos tienen algo en común. Un sentimiento identitario nacional muy arraigado, forjado generación tras generación.

Tanto la Asamblea Nacional de Catalunya como Omnium han liderado las movilizaciones de las distintas diadas desde el 2012, con la complacencia y la logística del Govern a su servicio (medios de comunicación públicos catalanes incluidos). Eran los momentos más álgidos de la indignación y el movimiento independentista consiguió captar a los indignados no militantes, aquellos que no eran independentistas pero que  atónitos ante todo lo que ocurría en el Estado (recortes y corrupción) encontraron como encauzar su indignación y su rebeldía.
Desde el independentismo les ofrecieron su causa, para la que en este fragmento del libro Historia de la teoría política. G. Sabine (ed.1978) he encontrado una definición que podría servir:

...un intento de unificar a toda la población de la nación, suprimiendo toda rivalidad entre clases e intereses y de movilizar todos los recursos del país tras su gobierno, conduciendo dadas las circunstancias hasta una sola dirección”

Esto me ha parecido muy inquietante porque en realidad el autor trataba de analizar el facismo y el nacionalsocialismo. Que nadie me malinterprete, no estoy diciendo que el independentismo catalán sea fascista, pero tanto un movimiento como otro utilizan el mismo combustible, las emociones, tan incontrolables como irracionales. Ojo, con eso.

Esto es lo que hay, no lo podemos negar, el independentismo es un movimiento de masas, transversal y sin ideología política concreta. Quieren un país nuevo, que va ser mejor, más justo, más honrado, más rico y no sé cuántos mases más. Pero la realidad es que hay distintas idealizaciones de la República resultante, por lo que no hay concreción ni certeza de lo que será realmente. ¿Tienen la misma visión de la justicia social Puiggdemon y Anna Gabriel?¿Tienen la misma interpretación sobre la economía Junqueras y David Fernàndez? Esto se responde solo.

Un dato, les CUP en las últimas elecciones tuvo menos votos que el PP, éste último considerado partido residual en Catalunya. En las hipotéticas constituyentes después de la independencia no se presume que les CUP tengan mucho que decir. Y no es una buena noticia.

Ahora vamos a darle un pequeño meneo a los resultados electorales. Ya que el legítimo planteamiento del Referéndum Unilateral de Independencia (RUI) como respuesta a la inmovilidad, ceguera y sordera por parte del Gobierno de Rajoy no nos ofrece un resultado resolutivo que satisfaga a la gran mayoría de la sociedad catalana, interpretemos los resultados desde la perspectiva de la celebración de un Referéndum, ya sea unilateral (votos de JxSí y les CUP), o dialogado y pactado(votos PSC Y CSQP) frente a aquellos que no contemplan la celebración de ningún tipo de referéndum y abogan por el status quo (votos PP y C’s).

Fuente: ICPS. Elaboración propia.


 
El gráfico bajo esta interpretación tampoco ofrece una respuesta resolutiva, ya que la celebración del referéndum va aderezada con distintos matices que según la formación política en muchos casos están enfrentados. El referéndum que quiere la CUP no es el que visualiza el PSC, por poner un ejemplo.

Pero sí que traslada dos planteamientos claros por parte de la ciudadanía catalana. Por un lado, Catalunya no está cómoda en el actual Estado Español, por otro lado, si hay alguna solución pasa sí o sí por la celebración de un referéndum. Esto es irrefutable.

Una vez presentados los trenes y las vías, es indudable que más allá de la previsible colisión, lleva a la sociedad catalana a un choque de irresponsabilidades. ¿Por qué? Porque ambas posturas sesgan y hacen interpretaciones interesadas sobre lo que manifestó el pueblo.

Indudablemente el independentismo tiene músculo y como ya he expresado ha conseguido articular una causa transversal, cuando existe indudablemente una correlación muy potente entre la causa independentista y la renta per cápita. Lo observo en mi ciudad, Sabadell. El centro histórico de la ciudad esta plagada de esteladas, de gente que se concentra en la plaza del ayuntamiento y que golpea cazuelas en las horas acordadas. En los barrios, donde yo vivo, a penas se ven banderas ni se oyen caceloradas. Esto no es ninguna tontería, la gente de los barrios, que en su mayoría es castellanoparlante y de condición humilde, viven allí, entre otros motivos, porque nunca podrían permitirse una vivienda en el centro de Sabadell. También lo observo en mi comarca, el Vallés Occidental, pasear por localidades como San Cugat, Matadepera o Sant Quirze, que según el IDESCAT son de las poblaciones con las rentas por habitantes más altas de Catalunya, es como pasear por un eterno 11 de Setembre.

Esta observación pretende hacer reflexionar a toda aquella gente que conozco, que toda su vida han articulado su participación política mediante la perspectiva de clase y durante desde hace algún tiempo lo hacen desde una perspectiva de sentimiento subjetivo nacional. El procés no lleva ni una sola reivindicación obrera en su ideario, sólo actos de fe.

Irresponsable y temerario ha sido el PP en España y porque no decirlo el PSOE en Andalucía, Extremadura o Castilla la Mancha vertebrando discursos políticos mediante la confrontación de territorios con el único objetivo del rédito electoral. Quiero pensar que no son tan necios como para haberlo hecho por puro racismo. La imagen de la gente aplaudiendo a la Guardia Civil y diciendo “a por ellos” evidencia que si ha existido un adoctrinamiento por la causa independentista en Catalunya, en el resto del Estado tampoco se han quedado cortos. Todo a la vez, da así como un poco de miedito.

Como ciudadano catalán reclamo mi espacio para expresarme, sin que nadie me acuse de indolente con la España de Rajoy ni de separatista por creer que la solución está en un referéndum.

Por último decir que no voy a pararme en lo ocurrido en el Parlament de Catalunya ni las posteriores medidas y actuaciones del gobierno de Rajoy amparándose en la legalidad vigente. Ambos hechos son tan vergonzantes para cualquier demócrata que se evidencian por sí solos.

Catalunya necesita un referéndum que no esté hecho por y para los independentistas para que todo catalán y toda catalana se sienta cómodo votando en él.

Creo que Catalunya se ha ganado el derecho de decidir por sí sola lo que quiere ser, pero Catalunya soy yo, el indepe, el unionista, el federalista, el confederalista, el internacionalista, en definitiva, todos los que conformamos la sociedad catalana. Humildemente es la única forma que visualizo para volver a remendar esta herida que a borbotones desangra a mi gente. No esperen a que hayan mártires. Grupúsculos fascistas emergen agazapados dispuestos a pescar en estas aguas revueltas. No lo permitan.
Si todo continua  por este camino, la democracia y la fraternidad entre los pueblos morirán como lágrimas en la lluvia.

 

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