Hace
apenas dos años hice una entrada en mi blog sobre la convocatoria de elecciones en Catalunya el 27Sdel2015, en donde entre otras cosas
trataba de explicar mi relación personal con la identidad nacional.
El resultado de aquellas elecciones son de sobra conocidas y JxSí
fue la fuerza política más votada.
Fuente: ICPS. Elaboración propia.
Asumiendo
el carácter pebliscitario que las fuerzas independentistas otorgaron
al 27s los resultados mostraban una división en la sociedad
catalana, que tanto representativamente como en número de votos,
daban ganador@s a un@s y a otr@s de una
forma que no proporcionaba ninguna fuerza de legitimidad. Al contrario, el
arco parlamentario dibujó la ruptura de la sociedad catalana.
Fuente:
ICPS.Elaboración propia.
Como
hemos llegado hasta aquí es de tod@s conocido, no es cuestión de ir
dándole vueltas siempre a la misma cosa, por lo que intentaré
resumirlo lo más brevemente posible.
Cuando
se aprobó L’Estatut del 2006 el PP era un animal herido. Tras
acontecimientos como la Guerra de Irak y el 11M quedó relegado a la
oposición en el Estado español y denostado en Catalunya. El partido
conservador necesitaba recuperar el poder, y no dudó en utilizar
aquello que vino a llamarse “la crispación”, emanando más que
nunca su tufillo franquista y adoptando posiciones muy agresivas y de
confrontación.
Dos
claros ejemplos fueron la actitud del PP ante una salida dialogada
del conflicto vasco (negociación para que ETA dejara las armas) y
ante L’Estatut de Catalunya, aprobado por el Parlament en
Catalunya, pulido (por utilizar un eufemismo) en el Congreso de los
Diputados y legitimado mediante referéndum por la sociedad
Catalana.
La
recogida de firmas por parte del PP y la posterior sentencia del
Tribunal Constitucional, en Catalunya, se tomó como una afrenta y
una humillación hacia sus intereses, especialmente entre las
oligarquías políticas que habían tasado con ese precio a la
pervivencia idílica que ambas élites (españolas y catalanas)
habían mantenido históricamente.
Tampoco
ha ayudado la posición de algunos medios de comunicación y
generadores de opinión que han ido mandado mensajes catalanofóbicos
durante años ridiculizando los anhelos independentistas. Recuerdo con estupor e indignación aquel “Pasión de Catalanes” donde el risueño
Carlos Herrera satirizaba y ridiculizaba toda la problemática de
Catalunya, señalando como llorones a los que protestaban por lo
ocurrido con L’Estatut.
Medios
de comunicación como la Cope, Onda Cero, Libertad Digital,
Intereconomía, Radio.es, TVE, canales autonómicos controlados por
el PP han servido de altavoz, incluso, para aquellos que pedían el
boicot a los productos catalanes. Vergonzoso.
Que
cada cual observe su parte de responsabilidad.
Ante
un comportamiento tan necio para una sociedad en concreto, ¿no cabía
esperar algun tipo de reacción? Claro que sí, genios.
Llegados
a este punto una parte de la sociedad civil catalana toma cartas en
el asunto. Un grupo catalanista, ilustrado, white collar y muy
identificable. Éste está formado por progresistas y conservadores,
marxistas y liberales, pero todos tienen algo en común. Un
sentimiento identitario nacional muy arraigado, forjado generación
tras generación.
Tanto
la Asamblea Nacional de Catalunya como Omnium han liderado las
movilizaciones de las distintas diadas desde el 2012, con la
complacencia y la logística del Govern a su servicio (medios de
comunicación públicos catalanes incluidos). Eran los momentos más
álgidos de la indignación y el movimiento independentista consiguió
captar a los indignados no militantes, aquellos que no eran
independentistas pero que atónitos ante todo lo que ocurría en el
Estado (recortes y corrupción) encontraron como encauzar su
indignación y su rebeldía.
Desde
el independentismo les ofrecieron su causa, para la que en este fragmento del libro Historia de la teoría
política. G. Sabine (ed.1978) he encontrado una definición que podría servir:
“...un
intento de unificar a toda la población de la nación, suprimiendo
toda rivalidad entre clases e intereses y de movilizar todos los
recursos del país tras su gobierno, conduciendo dadas las
circunstancias hasta una sola dirección”
Esto me ha parecido muy inquietante porque en
realidad el autor trataba de analizar
el
facismo y el nacionalsocialismo. Que
nadie me malinterprete, no estoy diciendo que el independentismo catalán sea fascista, pero tanto un movimiento como otro
utilizan el mismo combustible, las emociones, tan incontrolables como irracionales.
Ojo, con eso.
Esto
es lo que hay, no lo podemos
negar, el independentismo es un movimiento de masas, transversal y
sin ideología política
concreta. Quieren un país
nuevo, que va ser mejor, más justo, más honrado, más rico y no sé
cuántos mases más. Pero la realidad es que hay distintas
idealizaciones de la República resultante, por lo que no hay
concreción ni certeza de lo que será realmente. ¿Tienen la misma visión de
la justicia social Puiggdemon y Anna Gabriel?¿Tienen la misma
interpretación sobre la
economía Junqueras y David Fernàndez? Esto
se responde solo.
Un
dato, les CUP en las últimas elecciones tuvo menos votos que el PP,
éste último considerado partido residual en Catalunya. En las
hipotéticas constituyentes después de la independencia no se
presume que les CUP tengan mucho que decir. Y no es una buena
noticia.
Ahora
vamos a darle un pequeño meneo a los resultados electorales. Ya que
el legítimo planteamiento del Referéndum Unilateral de
Independencia (RUI) como respuesta a la inmovilidad, ceguera y
sordera por parte del Gobierno de Rajoy no nos ofrece un resultado
resolutivo que satisfaga a la gran mayoría de la sociedad catalana,
interpretemos los resultados desde la perspectiva de la celebración
de un Referéndum, ya sea unilateral (votos de JxSí y les CUP), o
dialogado y pactado(votos PSC Y CSQP) frente a aquellos que no
contemplan la celebración de ningún tipo de referéndum y abogan
por el status quo (votos PP y C’s).
Fuente:
ICPS. Elaboración propia.
El
gráfico bajo esta interpretación tampoco ofrece una respuesta
resolutiva, ya que la celebración del referéndum va aderezada con
distintos matices que según la formación política en muchos casos
están enfrentados. El referéndum que quiere la CUP no es el que
visualiza el PSC, por poner un ejemplo.
Pero
sí que traslada dos planteamientos claros por parte de la ciudadanía
catalana. Por un lado, Catalunya no está cómoda en el actual Estado
Español, por otro lado, si hay alguna solución pasa sí o sí por
la celebración de un referéndum. Esto es irrefutable.
Una
vez presentados los trenes y las vías, es indudable que más allá de la previsible colisión, lleva a la sociedad catalana a un choque de
irresponsabilidades. ¿Por qué? Porque ambas posturas sesgan y
hacen interpretaciones interesadas sobre lo que manifestó el
pueblo.
Indudablemente
el independentismo tiene músculo y como ya he expresado ha
conseguido articular una causa transversal, cuando existe
indudablemente una correlación muy potente entre la causa
independentista y la renta per cápita. Lo observo en mi ciudad,
Sabadell. El centro histórico de la ciudad esta plagada de
esteladas, de gente que se concentra en la plaza del ayuntamiento y
que golpea cazuelas en las horas acordadas. En los barrios, donde yo
vivo, a penas se ven banderas ni se oyen caceloradas. Esto no es
ninguna tontería, la gente de los barrios, que en su mayoría es
castellanoparlante y de condición humilde, viven allí, entre otros
motivos, porque nunca podrían permitirse una vivienda en el centro
de Sabadell. También lo observo en mi comarca, el Vallés
Occidental, pasear por localidades como San Cugat, Matadepera o Sant
Quirze, que según el IDESCAT son de las poblaciones con las rentas
por habitantes más altas de Catalunya, es como pasear por un eterno
11 de Setembre.
Esta
observación pretende hacer reflexionar a toda aquella gente que
conozco, que toda su vida han articulado su participación política
mediante la perspectiva de clase y durante desde hace algún tiempo
lo hacen desde una perspectiva de sentimiento subjetivo nacional. El
procés no lleva ni una sola reivindicación obrera en su ideario,
sólo actos de fe.
Irresponsable
y temerario ha sido el PP en España y porque no decirlo el PSOE en
Andalucía, Extremadura o Castilla la Mancha vertebrando discursos
políticos mediante la confrontación de territorios con el único
objetivo del rédito electoral. Quiero pensar que no son tan necios
como para haberlo hecho por puro racismo. La imagen de la gente
aplaudiendo a la Guardia Civil y diciendo “a por ellos” evidencia
que si ha existido un adoctrinamiento por la causa independentista en
Catalunya, en el resto del Estado tampoco se han quedado cortos. Todo
a la vez, da así como un poco de miedito.
Como
ciudadano catalán reclamo mi espacio para expresarme, sin que nadie
me acuse de indolente con la España de Rajoy ni de separatista por
creer que la solución está en un referéndum.
Por
último decir que no voy a pararme en lo ocurrido en el Parlament de
Catalunya ni las posteriores medidas y actuaciones del gobierno de
Rajoy amparándose en la legalidad vigente. Ambos hechos son tan
vergonzantes para cualquier demócrata que se evidencian por sí
solos.
Catalunya
necesita un referéndum que no esté hecho por y para los
independentistas para que todo catalán y toda catalana se sienta
cómodo votando en él.
Creo
que Catalunya se ha ganado el derecho de decidir por sí sola lo que
quiere ser, pero Catalunya soy yo, el indepe, el unionista, el
federalista, el confederalista, el internacionalista, en definitiva,
todos los que conformamos la sociedad catalana. Humildemente es la
única forma que visualizo para volver a remendar esta herida que a
borbotones desangra a mi gente. No esperen a que hayan mártires.
Grupúsculos fascistas emergen agazapados dispuestos a pescar en
estas aguas revueltas. No lo permitan.
Si todo continua por este camino, la democracia y la fraternidad
entre los pueblos morirán como lágrimas en la lluvia.